A la hora de salir, no es lo mismo ir a tomarse unas cañas al barucho de frente de tu casa, que ir a un hotel de cinco estrellas a tomarse el vermouth.
Lo mismo es, porque con casi seguridad, puedo decir, que son las mismas patatas, la misma cerveza, pero diferente precio.
Pero a la vez, aunque con todo lo parecido que pueda parecer, hay una gran diferencia y nuestra forma de comportarse cambia.
Hay opiniones diferentes, y mucha controversia, porque aunque no deberíamos cambiar nuestro comportamiento si que lo hacemos. La delicadeza, y la amabilidad en la que te atienden tambien influye en nosotros.
No es lo mismo, que lo mismo es, el hecho que una copa te la sirvan en un vaso de tubo de plástico, que en una cristaleria de bohemia. Al fin lo que vas a consumir es lo mismo.
El cliente siempre tiene razón, un "vox populi" de todo restaurador, muy inculcado en los de alto postín y nada en los mediocres.
A veces piensas que ese no es tu sitio, aunque te adaptas con total normalidad, siempre tienes miedo a poder salir fuera del tiesto, y lo que para tí es normal, pueda desencadenar todo un circo mediatico.
Comienzas a mirarte de arriba a bajo, intentando sacarte defectos, y como buena mujer que soy siempre sacas alguno, por el que decides no ir o ir mas tarde despues de intentar disimular lo indisimulable.
Aunque cada vez menos, estoy intentando que pase con menos asiduidad
viernes, 14 de agosto de 2009
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3 comentarios:
Tienes razón si vas a tomarte exactamente lo mismo!
Este blog está virando de blog filosófico a gastronómico sin apenas darnos cuenta.
mmmmm.......... asy me estoy poniendo
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